«Jo es que no vendo ninguna papeleta». Le decía un chico a otro.
«No entiendo como mi hermana, las vendió todas»
El otro chico le animaba a cambiar de boca de metro…a ver si cambiaba de suerte.
Segundos antes ese chico se me había acercado y me había ofrecido una papeleta..
«Me compra una papeleta»….todo el mundo pasaba del muchacho… yo incluido…
Era un niñato más. con un buen taco de papeletas por vender para un viaje con el colegio, que iba acompañado de otro amigo..
Y en el momento en que salíamos los tres ( ellos iban un paso por delante), abriendo esas pesadas puertas del metro, el muchacho que segundos antes me había ofrecido una papeleta que yo había rechazado, le decía a su amigo:» es que no vendo ninguna papeleta», «no entiendo como mi hermana vendió las suyas»
«Tal vez es porque no las estas vendiendo», le dije yo mientras me igualaba con sus pasos, los dos fijaron su atención en mi, y el muchacho con las papeletas, miraba como si me invitara a entrar en la conversación que mantenía con su amigo.
«Y tampoco las vas a vender por cambiar de boca de metro».
«¿Por qué, no?»
«Por varios motivos
Primero porque no las vendes, sencillamente te limitas a ofrecer papeletas con un argumento que no invita ni a pararse «me compra una papeleta». Eso no vende.
Entonces, ¿como?
Si tu objetivo es vender esas papeletas tienes varios ejemplos en los que fijarte.
Para empezar puedes fijarte en la gente que pide algo por el metro. Esa gente tiene un argumento, si os fijais bien cuentan una historia y tienen que darse prisa, porque la siguiente estación está muy próxima, y tienen que convencer, persuadir, animar, para que alguien del vagón les de alguna moneda. Podéis fijaros en los buenos vendedores del mercado o supermercado al que vais a comprar o van vuestros papás, los buenos informan muy bien del producto que venden, por ejemplo un buen frutero, informa que las fresas hay que lavarlas con la hoja verde y luego cortarla por la mitad y dejarla caer en el recipiente para luego combinarla con leche, nata, o formar un delicioso almíbar si se las rocía con azúcar por encima.»
“Mi amigo sólo quiere vender estas papeletas”, me interrumpió su amigo, dando a entender que me estaba enrollando.
«Si pero no lo va a lograr sólo acercándose a la gente con la frase “me compra una papeleta”, y luego volviéndose para mirar tu jeta.»
“¿Entonces como?»
“¿Eres su amigo?”, le pregunté yo
“Si»
«Entonces encárgate tú de la mitad de las papeletas, si tanto eres su amigo»
«Vale y luego»
«Crear una historia, un plan»
«Como acercarse a la gente, que contarles, y luego cerrar la venta, no con un “me compra una papeleta”, la gente está harta de papeletas, y si compra una, es porque esa papeleta para ellos es distinta, es la papeleta de un muchacho que se ha acercado con una sonrisa, que le ha contado el por qué vende estas papeletas, y que va a hacer con el dinero que consiga sí vende esas papeletas, y qué va a conseguir la persona que adquiera esa papeleta. Es sencillo, sencillamente tenéis que adornarlo. Y por favor no a la salida del metro»
«¿Y por qué no a la salida del metro?»,
«Si creéis que a la salida del metro es donde más gente hay, podéis tener razón, pero todos salen con prisa, y no prestan atención a los reclamos de la gente, no quieren escuchar nada más que el sonido de sus smartphones, y ya esta».
En ese momento se acercaba mi amigo, con su auto, (habíamos quedado a la salida del metro, y nos íbamos)
«Suerte»
¿Entonces nos compras una papeleta?
«No sé para qué son las papeletas, no conozco vuestra historia, y además he hecho algo más que compraros una papeleta, os he contado cómo venderlas»
«Gracias»
«Suerte»
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